Comienza el segundo tratamiento de fumigación para la prevención de la procesionaria

Sunday, 2 February 2020

El Ayuntamiento de San Roque, a través de la Delegación de Salud, que dirige el teniente de alcalde Juan Serván, ha comenzado a realizar el segundo tratamiento de fumigación para prevenir la proliferación de la oruga procesionaria. Un año más, el objetivo es controlar esta plaga lo máximo posible.

NOTICIA FUMIGACIÓN 30 ENERO 2020

Juan Serván, que ha estado presente, días atrás, durante la ejecución de estos trabajos en el Parque de la Ermita, explicó que a lo largo del mes de febrero se realizará este segundo tratamiento para controlar la plaga de la procesionaria.
“Este año creemos que habrá menor cantidad de orugas, ya que entre octubre y noviembre se realizó un tratamiento de endoterapia a más de 300 pinos situados en plazas, parques infantiles y parques caninos”.
El objetivo es prevenir que estas orugas hagan sus bolsones, algo que, según afirmó el edil, ha dado su resultado porque han inspeccionado ahora esos pinos y han visto pocos nidos.
“En realidad -admitió Juan Serván- es imposible eliminar al completo estas plagas, así que hacemos todo lo posible para controlarlas. Espero que los vecinos vean que estamos trabajando en este asunto, y también les pedimos su colaboración para que se pongan en contacto con la Delegación de Salud en el caso de que detecten estas orugas. El teléfono de la Delegación Municipal de Salud es el 956 780106, extensión 2316”, concluyó.
La endoterapia se aplica cuando las orugas suben a los árboles. Los bolsones suelen aparecer a finales de invierno y a principios de primavera, aunque en los últimos años el aumento de las temperaturas los ha adelantado incluso al mes de enero.
En los primeros meses del año se realizan las fumigaciones y las retiradas de los bolsones, cuya cantidad se espera que sea mínima en 2020.
La oruga procesionaria no sólo daña a los pinos. Hay que recordar que su cuerpo está cubierto por unos filamentos urticantes que afectan a la piel humana, tanto por contacto directo con el animal como al desprenderse del insecto y ser diseminados por el viento.
En varias ocasiones las irritaciones han persistido incluso después de acabar con las orugas, porque sus cerdas seguían flotando en el aire.